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El Gobierno de Hungría ha anunciado este jueves su salida del Tribunal Penal Internacional, horas después de recibir al primer ministro, Benjamín Netanyahu, pese a la orden de arresto de la institución por presuntos crímenes de guerra y contra la humanidad en Gaza que obligaba a detenerlo. Gergely Gulyas, jefe de gabinete del primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, ha anunciado la decisión a la agencia estatal de noticias MTI.
Sería el primer país de la UE en abandonar el TPI, del que todos son miembros. Hungría es también el primer Estado europeo y miembro del Tribunal que invita a Netanyahu desde que la fiscalía del tribunal ordenó el pasado noviembre su arresto. Técnicamente, tendría que haber sido detenido a su llegada, pero Orbán ya dejó claro al invitarlo que no sucedería y que considera la orden de arresto “descarada, cínica y completamente inaceptable”. Ambos se reunirán y comparecerán ante la prensa durante la jornada.
El ministro de Defensa de Hungría, Kristóf Szalay-Bobrovniczky, recibió de madrugada a Netanyahu y a su esposa, Sara, en el aeropuerto, y lo anunció en redes sociales con un mensaje e imágenes del recibimiento de la guardia de honor militar: “Damos la bienvenida al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, a Budapest”. Lugares icónicos de la ciudad, como el Puente de las Cadenas, están engalanados con banderas de ambos países.

La prensa judía de Hungría señala que el primer ministro israelí también se entrevistará con el presidente, Tamás Sulyok. La visita durará cuatro días, en una dinámica criticada por la oposición en Israel de que los Netanyahu alarguen los viajes oficiales al extranjero para incluir la jornada sabática.
Hungría es tan solo el segundo país (y el único comunitario) al que Netanyahu viaja desde la orden del tribunal, dirigida también contra Yoav Gallant, su ministro de Defensa durante más de un año de la invasión de Gaza,
El primero fue Estados Unidos, en febrero. Netanyahu voló a invitación de Donald Trump (aunque su predecesor, Joe Biden, ya había calificado de “indignantes” las órdenes de arresto), pero es un caso distinto al de Hungría. No solo por la dimensión de la inédita alianza mutua, sino en el ámbito legal. A diferencia de Budapest, Washington no está obligado a cumplir la decisión del tribunal, por no ser uno de los 124 países firmantes del Tratado de Roma que la puso en pie. Es la famosa visita en la que Trump lanzó su plan de limpieza étnica de Gaza.
ONG de derechos humanos como Amnistía Internacional (AI) y Human Rights Watch habían pedido sin éxito a Hungría que arrestase a Netanyahu a su llegada. “Es un presunto criminal de guerra que está acusado de usar el hambre como arma de guerra, de atacar intencionadamente a civiles y de los crímenes de lesa humanidad de asesinato, persecución y otros actos inhumanos”, recordaba la directora de Investigación, Trabajo de Incidencia y Política Globales de AI, Erika Guevara Rosas. “Cualquier viaje que realice a un Estado miembro del TPI que no acabe en su detención envalentonaría a Israel para cometer nuevos crímenes contra la población palestina”.

Embajada en Jerusalén
Hungría tiene en Jerusalén desde 2019 una oficina comercial, pero se ha mantenido dentro del consenso en el marco de la UE de no trasladar su Embajada desde Tel Aviv. Es uno de los temas que previsiblemente abordarán y que, de anunciarse, supondría una victoria política para Netanyahu, justamente en un momento en el que Israel ha reanudado la invasión de Gaza tras romper unilateralmente el alto el fuego con Hamás y el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya investiga si Israel está cometiendo allí un genocidio.
Ningún país comunitario (ni casi del mundo) tiene la Embajada en Jerusalén, sino en Tel Aviv (que no es la capital de Israel) o en localidades cercanas. Trump la trasladó en su primera legislatura y reconoció la ciudad como capital de Israel. Desde entonces, apenas Guatemala, Honduras, Kosovo y Papúa Nueva Guinea lo han emulado. Otros países, como Paraguay o Australia, lo hicieron, pero luego han revertido la decisión.
Trasladar la Embajada a Jerusalén se considera una toma de posición sobre el estatus de la ciudad, que —según el consenso y el derecho internacional— deberían decidir ambas partes en unas eventuales negociaciones de paz. Los palestinos aspiran a convertir su parte oriental—que Israel ocupó en la Guerra de los Seis Días de 1967 y se anexionó más tarde— en capital de su futuro Estado.
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